viernes, 17 de mayo de 2013

Después del bullying, te quiero.

                     
“Rehtaeh Parsons murió un poco cada día durante más de un año hasta que decidió terminar con su agonía y suicidarse” Así comienza la noticia de una adolescente de 17 años que careció del cariño de unos amigos, unos profesores, unos vecinos…un cariño que le costó la vida. El mismo fin tuvo Amanda Todd y es que, el acoso escolar se ha potenciado con las nuevas tecnologías y con las redes sociales que no tienen un filtro de valores para evitarlo. Con tan sólo 15 años, Parsons fue violada en un fiesta, algo que dio como resultado una fotografía distribuida entre los alumnos de su colegio. El silencio agotador hizo explotar a la niña, que recurrió a su madre después de un tiempo sufriendo sola. Tras una denuncia fallida, porque “No había suficiente evidencia para presentar cargos” según la Real Policía Montada de Canadá, y una mudanza que no dio resultado, Rehtaeh Parsons decidió quitarse la vida con sus últimos pensamientos depositados, posiblemente, en los mensajes de texto que buscaban sexo o en los insultos de sus compañeras que la rebajaban como mujer.
¿Hasta qué punto los niños son conscientes del daño que pueden provocar? ¿Cuál es la educación y la comunicación que tienen los padres? ¿Cómo se implican los profesores en la vida y las relaciones de los alumnos?

El silencio, el problema. La educación de los padres puede ser excelente, los profesores pueden ser grandes maestros y tal vez los niños no sean conscientes de lo que hacen, pero si todo girase en torno a la palabra, la historia tendría diferente fin. El colegio es el centro principal donde se dan estos problemas y deberían ser los profesores los primeros en descubrirlos. Un profesor motiva, enseña y debe ser un apoyo más para el alumno y cuando no es así la situación de los niños y adolescentes cambia. La popularidad y las etiquetas condenan al chico/a a tener que seguir un camino para mantener el respeto y la fama que se ganaron una vez, entonces, los límites se alejan hasta un punto que no tiene retorno. El colegio pasa a ser una segunda familia, una parte imprescindible de la socialización del ser humano, y si esta se ve truncada se dan situaciones que no podemos dejar que se repitan. ¿Tan difícil es ponerse en el lugar del otro? ¿ Cuántas personas vieron esa foto y no fueron capaces de denunciar?
 ¿ Los profesores lo sabían y prefirieron mirar hacia otro lado?

Otros contestan:  “son juegos de niños” y por desgracia, lo que no saben es que, los verdaderos juegos de niños, se están olvidando.

“Parsons tenía razón cuando decía que, después de su muerte, las personas comenzarían a quererla y preocuparse por ella, las mismas que antes la habían condenado con su crueldad o su indiferencia.”

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